Cuenta Alfredo Canevaro que cuando sus críos eran pequeños, tuvo que resistir una enorme presión social por parte de su familia, que desaprobaba que empujara el carrito o cambiara pañales. Era una excentricidad en aquella época y si querías involucrarte en la crianza de tus hijos, tenías que apechugar con los comentarios incisivos de cuñados y suegras indignadas.
En el aperitivo de la FEATF en el que participó, lo escuchamos insistir sobre su interpretación de los padres periféricos, que ya compartimos en el podcast del Día del Padre del año pasado. Si no lo has oído, hoy es un buen día para hacerlo. Nunca volverás a ver a San José de la misma manera.
Hiper resumido, viene a decir que para que algo sea periférico o satélite tiene que haber un centro, algo en torno a lo que girar. Y que ese centro, en la familia, es la madre. La reina y señora del hogar.
Y dice una frase que te puedes quedar para aplicarla en tu trabajo desde mañana mismo:
“A los padres hay que ir a conocerlos fuera de la casa, porque la casa es de la madre.”
Si buscas al padre en las rutinas domésticas, indagando la secuencia del problema, o las excepciones, quizás no lo encuentres, y te parezca que no está. Hay que mirar un poco mejor.
Hoy en redes, publicidad y demás, es el Día del padre sacrificado, el tierno, el que ama incondicionalmente.
Pero también hay que acordarse de los padres periféricos que, como diría Canevaro, son analfabetos emocionales.
«Estos padres injustamente tratados de periféricos, marginales o ausentes… Yo he sido testigo del amor entrañable que muchos padres tienen por sus hijos y a veces no saben cómo decirlo, porque son analfabetos emocionales y hay que ayudarlos a que lo puedan decir (…) Además los hombres se autoanulan, llegan a la casa y cuelgan en un clavo su rol de padres, se quedan ahí, aparentemente en una posición pasiva delegando en sus mujeres y los hijos crecen viéndolo así, y dicen “no es tan afectivo, o es desinteresado, nosotros no significamos nada para él”.
Habrá que preguntarle a Canevaro en el Encuentro, cómo lleva esa cruzada de descentralizar la terapia familiar tradicionalmente materno-centrista.
Y si quieres que te firme un libro, se lo puedes pedir en alguno de los largos descansos, incluso comprarlo allí mismo.
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